El dolor pélvico crónico es una de esas afecciones que, aunque sean poco visibles, pueden condicionar profundamente la calidad de vida de quienes lo padecen. En muchos casos, afecta no solo al bienestar físico, sino también al estado emocional y a las relaciones personales.
En SUTURO Salud consideramos que entender su impacto y conocer las opciones de tratamiento disponibles es clave para ofrecer una atención integral y eficaz. Acompáñanos.
El dolor pélvico crónico es un dolor que se siente en la región pelviana y que persiste durante al menos 6 meses. No es simplemente incomodidad ocasional, sino que puede afectar significativamente a tu calidad de vida, estado emocional, relaciones personales y actividad sexual. Este dolor puede ser continuo o aparecer en momentos específicos, como durante la menstruación o las relaciones sexuales.
Por lo que hablamos de dolor pélvico crónico cuando el dolor dura más de 6 meses, causa impacto emocional o afecta el comportamiento, interfiere con las relaciones sexuales, afecta el estado anímico generando ansiedad, depresión o frustración, y puede estar relacionado con síntomas urinarios, intestinales o ginecológicos.
El dolor pélvico crónico afecta tanto a hombres como a mujeres, sus características y repercusiones pueden variar significativamente entre ambos.
El dolor pélvico crónico es aproximadamente el doble de frecuente en mujeres que en hombres. En ellas, suele asociarse con dolor durante las relaciones sexuales, dolor menstrual intenso, alteraciones urinarias e intestinales, y síntomas psicológicos como ansiedad y depresión. Este tipo de dolor tiene un impacto importante en la calidad de vida, las relaciones personales, la sexualidad y la capacidad para trabajar o estudiar. Es frecuente encontrar que coexiste con otros cuadros de dolor crónico como el síndrome de intestino irritable o problemas de vejiga sensible.
En los hombres, el dolor pélvico crónico se presenta principalmente como síndrome de dolor urogenital y puede incluir síntomas urinarios, disfunción sexual y alteraciones emocionales. Al igual que en las mujeres, afecta significativamente la calidad de vida y el bienestar psicológico. También es común que coexista con dolor en otras áreas del cuerpo.
Además de lo anterior, independientemente del género, el dolor pélvico crónico requiere un abordaje integral y personalizado. En nuestra clínica trabajamos con equipos multidisciplinarios que consideran la salud física, emocional y social de cada paciente para diseñar un plan de tratamiento adaptado a su situación específica.
El dolor pélvico crónico no es una única enfermedad, sino un síntoma que puede tener múltiples orígenes. Las causas varían según el sexo y los síntomas asociados, y es importante identificarlas correctamente para ofrecer el tratamiento más adecuado.
No obstante, en las mujeres, la endometriosis es una de las causas más comunes, caracterizada por dolor que puede variar con el ciclo menstrual. El síndrome de intestino irritable y otros problemas gastrointestinales afectan a ambos sexos y se presentan con dolor abdominal y cambios en los hábitos intestinales. El síndrome de vejiga dolorosa es una condición que genera dolor suprapúbico, urgencia para orinar y síntomas urinarios en ambos sexos. La tensión y rigidez de los músculos del suelo pélvico es una causa frecuente que puede detectarse mediante examen físico. En los hombres, el síndrome de dolor pélvico crónico relacionado con la próstata es particularmente importante, presentándose con dolor en la región perineal, síntomas urinarios y, en algunos casos, disfunción sexual. Una causa que no debe pasarse por alto es el atrapamiento del nervio pudendo, que genera un dolor de tipo neuropático que típicamente empeora al estar sentado. El diagnóstico se realiza mediante criterios clínicos específicos y puede confirmarse con pruebas especializadas.
Aunque menos frecuentes, es fundamental descartar problemas más graves como tumores ginecológicos o de colon. Por ello, ante ciertos síntomas de alarma como cambios importantes en los hábitos intestinales, sangrado anormal, pérdida de peso inexplicada o masa palpable en la pelvis, es necesario realizar estudios específicos adicionales.
Los antecedentes de infecciones, cirugías previas, trauma o factores emocionales como estrés, ansiedad y depresión también juegan un papel importante. En muchos casos coexisten varias causas simultáneamente, lo que hace necesaria una evaluación completa y personalizada.
En SUTURO Salud, el diagnóstico del dolor pélvico crónico comienza con una evaluación detallada de sus síntomas. Es importante conocer las características del dolor: si es continuo o aparece en momentos específicos, cómo afecta las relaciones sexuales, los hábitos urinarios e intestinales, y cómo cambia con diferentes posiciones o actividades.
También, evaluamos sus antecedentes médicos, quirúrgicos y traumáticos, que pueden dar pistas importantes sobre la causa del dolor. El examen físico es fundamental, incluyendo la exploración pélvica y neurológica para identificar tensiones musculares, puntos sensibles o alteraciones nerviosas.
Dependiendo de lo que encontremos en la historia clínica y el examen físico, podemos solicitar estudios complementarios como ecografía, resonancia magnética, análisis de laboratorio, o en algunos casos pruebas especializadas para evaluar el funcionamiento de los nervios y músculos de la pelvis. Para ciertas condiciones urológicas, como problemas de vejiga, puede ser necesaria una cistoscopia (visualización del interior de la vejiga).
En cuanto a los síntomas, el dolor pélvico crónico se puede experimentar de muchas formas diferentes. Algunos pacientes lo describen como una presión constante, otros como pinchazos, tirantez, ardor o calambres. El dolor puede variar en intensidad, localizarse en un área específica o extenderse hacia la espalda, muslos o zona perineal.
Frecuentemente, se acompaña de otros síntomas molestos. Muchas mujeres reportan dolor durante las relaciones sexuales o dolor menstrual intenso. Es común experimentar dolor al defecar, urgencia y frecuencia urinaria aumentada, distensión abdominal, náuseas, estreñimiento o diarrea, y una sensación de pesadez o masa en la pelvis.
El dolor suele empeorar en ciertas situaciones: al estar sentado durante mucho tiempo, después de actividad física o hacia el final del día. En algunos casos de atrapamiento nervioso, el dolor tiene características específicamente neuropáticas, como ardor, pinchazos o sensación de corte que sigue un patrón específico en el cuerpo.
Asimismo, es frecuente que los pacientes con dolor pélvico crónico experimenten síntomas que van más allá del dolor pélvico. Muchos reportan dolor en otras partes del cuerpo simultáneamente, alteraciones del sueño, fatiga importante, ansiedad y depresión. Algunos sienten que el dolor es exagerado en relación con la causa que lo provoca, o que los tratamientos convencionales no funcionan como deberían. Todos estos síntomas son parte de la experiencia del dolor pélvico crónico y deben evaluarse cuidadosamente durante la consulta.
El tratamiento es personalizado y combina varias estrategias según la causa identificada y cómo le afecta el dolor. La fisioterapia especializada del suelo pélvico es muy efectiva, combinada con técnicas de relajación y ejercicios específicos. La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual y el mindfulness, ayuda a manejar el impacto emocional y mejora la función sexual.
Los medicamentos se seleccionan según el tipo de dolor. Para dolor nervioso usamos ciertos antidepresivos o anticonvulsivantes. Para dolor menstrual o inflamatorio, antiinflamatorios o terapia hormonal. Los opioides no son recomendables por sus riesgos.
En casos donde otras opciones no funcionan, ofrecemos procedimientos como bloqueos nerviosos para el atrapamiento del nervio pudendo. La cirugía se reserva como último recurso.
En SUTURO trabajamos con equipos multidisciplinares de fisioterapeutas, psicólogos y especialistas. El seguimiento es continuo y ajustamos el tratamiento según su evolución. El objetivo es mejorar su calidad de vida y función. ¡Visítanos!